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Crítica: Una venganza que solo acaba de empezar

Mario Casas vuelve a sorprender a sus seguidores encarnando un personaje muy alejado de su estilo habitual. Después del estreno de Hogar (Netflix) pensamos que ya no podría sorprender con nada más allá, pero la muestra de superación ha sido El Practicante (Netflix). El actor ha confesado a distintos medios que tenía especial ilusión en esta hazaña y se sumergió en Ángel desde el minuto uno del proyecto.

Al principio de la película ya muestra pinceladas de cómo será el personaje de Ángel que se agravaran conforme avance la película. Un tío con sentimientos bastante fríos y emociones apagadas que es capaz de robar a fallecidos sin remordimiento. También presenta su carácter posesivo, celoso y superioridad masculina en la relación con su novia Vane, interpretada por Déborah François.

El giro del film empieza a partir del accidente donde queda postrado en la silla de ruedas. Es un momento de sentimientos encontrados donde nacen ciertas dudas sobre el personaje, por una parte se puede ver como la víctima que se ha quedado solo. Pero su locura con Vane empieza a crecer de una forma descabellada, a medida que avanza la acción el trastorno de Ángel aumenta cuesta abajo y sin frenos y llega a tal extremo que se convierte en un personaje odioso imposible de justificar sus actos aunque el espectador quisieras. Excelente interpretación por parte de Mario Casas que se mete de lleno en el papel y cumple con el perfil de personas con este tipo de trastornos.

En toda la trama solo vemos un poco de humanidad en su relación con la fisioterapeuta, una especie de luz en la oscuridad que inunda la vida del técnico de ambulancias. Podría haber sido la vía de escape que hubiese dado un respiro al espectador, pero desgraciadamente es una relación que no va a más.

Vane es la segunda protagonista, quien consideramos claramente la víctima aunque llega un punto de la película, cuando él la secuestra, que se transforma y actúa como él. La ha maltratado de tal forma que ya no piensa ni siente, simplemente tiene actos reflejos de supervivencia. No le tiembla el pulso para levantarse de la cama y poner fin de esa forma tan espeluznante, pero necesaria, a la situación.

Llegados a la escena final, todo el mundo se preguntará qué quiere decir ese reencuentro en el hospital. Sin lugar a duda es el inicio de una venganza que solo acaba de empezar, la despedida al sonido de Un sorbito de Champange nos recuerda que fue la canción que marcó el principio de su secuestro.

El practicante no es la historia de un médico trastornado psicológicamente sino de cómo la mujer a la que ha sometido a su antojo ahora le devolverá todo el sufrimiento que ha causado.