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A FAVOR | La Familia de la Tele: un Sálvame light al que hay que darle tiempo

La 1 de TVE ha dado en el clavo con La Familia de la Tele, un programa que ha logrado lo que parecía imposible: reunir a algunas de las figuras más icónicas de la televisión popular en un espacio de homenaje, nostalgia y reconciliación con el espectador. Recuperando Sálvame pero light, más amable. Lejos de ser una copia o un simple revival, el formato apuesta por el reconocimiento de una parte esencial del ADN televisivo español: el entretenimiento del corazón.

El regreso a la pantalla de nombres como Belén Esteban, María Patiño, Kiko Matamoros o Chelo García-Cortés no es una anécdota, es una declaración de intenciones. Durante años, estas figuras fueron referentes en la televisión comercial, capaces de movilizar audiencias millonarias, marcar la conversación social y, por qué no decirlo, generar emociones reales en millones de hogares. Ahora, en La Familia de la Tele, se les ofrece un espacio para contar su historia, sin gritos ni juicios, con el valor que da el paso del tiempo.

Belén Esteban, con su naturalidad y carisma intactos, demuestra que su conexión con el público no entiende de cadenas. María Patiño aporta inteligencia emocional y oficio televisivo, mostrando una cara más reflexiva y cercana. Kiko Matamoros, siempre afilado pero más templado, ofrece una lectura crítica de la televisión de ayer y de hoy. Y Chelo, eterna secundaria de lujo, brilla con una honestidad que emociona. Todos, juntos, construyen un mosaico que va más allá del “salseo”: es historia viva de nuestra pantalla.

Lo que hace grande a La Familia de la Tele es su capacidad para dignificar a quienes durante años fueron ridiculizados o infravalorados por un sector de la crítica. TVE acierta al entender que la memoria televisiva también pasa por el entretenimiento más popular, y que el corazón no es un género menor, sino una expresión legítima del gusto de una gran parte del país.

El programa funciona no solo como homenaje, sino como redención. No se trata solo de mirar al pasado, sino de dar voz y contexto a quienes lo construyeron. Y lo hace con respeto, con emoción y con el equilibrio justo entre espectáculo y reflexión.

En una televisión pública a menudo demasiado pendiente de lo políticamente correcto, La Familia de la Tele es un soplo de autenticidad. Porque la tele, como la vida, también es esto: emoción, memoria y corazón.