‘Comando Actualidad’ se fija en el voluntariado, esas actividades de héroes anónimos que viven entre nosotros, y que destacan en estos momentos complicados. Las estadísticas aseguran que la mitad de los hogares españoles (49,3%) tiene dificultades para llegar a fin de mes. La pandemia ha multiplicado las necesidades, las carencias, pero también las ganas de ayudar.
“Yo no puedo mirar para otro lado” dice Teresa Herrera, una profesora de instituto vecina del sevillano barrio de Torreblanca. Un lugar donde más del 40% de sus vecinos están en paro y donde la renta per cápita no supera los 6.000 euros. Cuando termina de trabajar, además de recoger y repartir juguetes, ropa y comida, ayuda con la educación a niños en riesgo de exclusión a través de una asociación que ha creado en el barrio. Una red de vecinos se ha ido apuntando a su “patrulla” solidaria.
Gran parte de los que necesitan ayuda son quienes viven en la calle. En España, ahora mismo, 30.000 personas. Cifras que han aumentado con la pandemia y donde a veces a los servicios sociales no llegan. Pero sí lo hacen jóvenes como Carlota. Su profesión es vender seguros de vida. Cuando conoció a Alberto, se acercó a este hombre que dormía en la calle a ofrecerle un colchón y descubrió que tras sus cajas había decenas de dibujos hechos por él. Decidió crearle una cuenta en Instagram para vender sus creaciones plasmadas en camisetas. Ya lleva más de 20.000 seguidores y cientos de ventas. Alberto come caliente y duerme en una pensión desde que la conoció. Carlota afirma: “No digo que todo el mundo haga lo que yo hago, sino que las instituciones se impliquen para no llegar a esta situación”.
Gonzalo Zamora lleva 20 años dando masajes a domicilio en Mijas, Málaga. “No me gusta que la gente lo pase mal. He venido a este mundo a ayudar y aunque yo no puedo ayudar a todo el mundo, todo el mundo podría ayudar a alguien”. Son pensamientos de un joven que, al terminar su trabajo, conecta a los que necesitan con los que ofrecen. Recoge repostería en una pastelería que destina parte de su trabajo a paliar el hambre y la acerca a un comedor social donde han pasado de atender a 400 personas al año a 1.400. Carmen, la vecina de Gonzalo, ha tenido que construir una caseta en su terraza para guardar las donaciones de sus vecinos.
Conrado está al frente de la Fundación Madrina. Tras un duro accidente y una vida dedicada a las finanzas y la riqueza, se dio cuenta de la gran ayuda que podía brindar a los demás. En la Fundación han pasado de atender a 400 familias al mes a 4.000 al día. “Me gustaban los yates, los barcos… pero no cambio el paisaje humano de ahora por nada”, confiesa en las zonas rurales despobladas de Ávila, donde su organización ofrece casa y trabajo a familias desfavorecidas.