Las calefacciones centrales en España tienen los días contados. ‘Comando actualidad’ muestra cómo más de un millón y medio de familias con calderas vecinales se preparan para el invierno más duro y posiblemente más caro de la historia. Instalan a contrarreloj contadores de gasto individuales para ahorrar costes. ¿Conseguirán reducir la factura?
La calefacción representa el 47% del gasto energético en los hogares españoles. Con la subida de los precios del gas, el interés por productos térmicos, ropa de abrigo o mantas se ha multiplicado casi un 50% y las empresas de venta de leña y las instaladoras de placas solares no dan abasto.
En nuestro país, 1,6 millones de viviendas tienen calefacción central, pero en septiembre de 2023 todos los radiadores deberán tener instalado el repartidor de coste, un pequeño aparato que contabilizará el gasto en calefacción de manera individual. Cada vecino podrá regular su propio consumo.
Nicolás y Amelia, que pagan 300 euros de comunidad incluyendo la calefacción central, aseguran que “este cambio nos viene bien porque ahora sólo pagaremos lo que consumamos”. Moisés vive en un primero y su casa no se calienta igual que las del duodécimo piso. Ignacio Abati, presidente de la Asociación Española de repartidores de coste, señala que con el medidor individual “cada español va ahorrar unos 220 euros al año en una vivienda media”.
Mientras se instalan los repartidores, miles de comunidades de vecinos se reúnen para debatir cuántas horas encender la calefacción, pero no es fácil llegar a un acuerdo.
En Val de San Lorenzo, León, un pueblo que no llega a los 500 vecinos y con tradición de fabricación de mantas, aseguran que el interés por sus artículos ha subido un 20% en el último año. Están exportando a toda Europa e incluso a Alaska. Una manta de lana cuesta 70 euros.
También ha aumentado la demanda de guantes y prendas de abrigo y se ha disparado la venta de leña y la instalación de placas solares. La empresa de Borja tiene tantos pedidos que la lista de espera se ha alargado hasta tres meses. “Se junta que hay subvenciones y que han subido el gas y la luz. Y antes instalar placas costaba tres veces más”, explica Borja.