Buscar explicaciones de un romance que nació en los viñedos de Jerez de la Frontera hace más de 40 años será el alma viva del amor entre una joven periodista en prácticas y un chico que acaba de perder a su padre.
¿Hasta dónde son capaces de llegar por entender todas aquellas esquelas recopiladas cada mes de septiembre? Una historia que necesita ser escrita para que se mantenga viva y sea la unión entre un romance clásico y uno actual.
Cuando la protagonista empieza a transcribir cada texto que encuentra en los reglones de su reportaje final, se va repitiendo la historia de padres a hijos. En este punto podríamos poner una pega a la película, de las pocas que tiene, y es que la relación entre el joven y la periodista queda eclipsada con la de su padre y solo somos capaces de imaginar lo que acaba sucediendo entre los dos por las imágenes finales.
A pesar de las idas y venidas en el tiempo, el discurso narrativo está muy bien planteado y es sencillo seguir la trama de ambas historias porque al final una alimenta a la otra.
Un regalo visual los paisajes de la casa del acantilado y las zonas rurales de Andalucía entre viñedos. Una contextualización y puesta en escena que sumerge al espectador en la época y no pasa desapercibido ningún plano de esos maravillosos paisajes.
Blanca Suárez en su línea de relaciones amorosas de época, como en Lo que escondían sus ojos o Las chicas del cable, sin embargo se desmarca de lo que nos tiene acostumbrados con un acento andaluz y bailando sevillanas. Javier Rey despierta amor-odio por formar ese triángulo amoroso, pero que se hace fundamental para motivar la intriga argumental
El film es una muestra audiovisual preciosa del poder de los relatos y la necesidad de escribir todas aquellas historias que nos marcaran la vida sin importar el tiempo que pase.