‘Comando actualidad’ se acerca a bloques de pisos convertidos en esqueletos de hormigón, instalaciones deportivas mudadas a amasijo de hierro, edificios financiados con dinero público que nunca abrieron sus puertas, macro urbanizaciones de decenas de viviendas en las que se invirtieron miles de millones de euros y que llevan una década abandonadas. Diez años después del boom, el paisaje sigue plagado de cadáveres inmobiliarios. No se usan, y no se derriban.
Una casa con vistas. Vicente acaba de ser padre de una niña y estrena casa: un pareado con jardín y vistas a un cementerio de ladrillos. Delante de su vivienda, las ruinas que quedan de los edificios levantados hace 15 años para ser una ciudad de 78.000 viviendas a pocos kilómetros de Zaragoza, en La Muela. Nunca se terminaron, nunca se entregaron, pero siguen ahí. Jorge compró una casa sobre plano en Ciudad Jardín, una macro urbanización proyectada a las afueras de Burgos y pensada para acoger a 1.600 familias. Era el año 2008. 11 años más tarde las calles están desiertas, las alcantarillas han desaparecido del asfalto y es peligroso caminar por la zona. Ni una sola de las viviendas fue terminada ni entregada.
Cementerios de hormigón. Markel es el fotógrafo especializado en ruinas modernas. Con su dron ha sobrevolado todo el territorio español buscando los estragos de la burbuja inmobiliaria. El objetivo de su cámara atesora los esqueletos de decenas de urbanizaciones y espacios fantasmales de cemento y hormigón. Lo hace para que no se olvide. A pocos metros de la Ciudad de las Artes y de las Ciencias, en Valencia, Paco y Óscar fotografían lo que queda del Circuito de Fórmula 1, es una escombrera que costó 300 millones de euros. En Torrevieja, el viento hace sonar las tripas de La Caracola, un balneario de lujo construido sobre terreno protegido. Nunca recibió ningún visitante. Lleva 15 años convertido en un amasijo de hierro.
El Chernobyl soriano. Lo llamaban el Silicon Valley de la naturaleza, aunque algunos vecinos lo rebautizaron como el Chernobyl Soriano. Un proyecto, financiado con dinero público y construido a ocho kilómetros de la capital soriana, que iba a convertirse en la punta de lanza de la investigación medioambiental. Diez años después de colocarse la primera piedra, solo se aprecian los restos de seis moles sin terminar.
La Casa del Urogallo. Construido con 700.000 euros de fondos europeos, se levanta en Tarna, en Asturias, la Casa del Urogallo. Un edificio atestado de pintadas realizadas por los vecinos. Para construirlo perdieron la única escuela que tenía el pueblo y nunca lo han podido ver en uso.