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El caos se apodera de ‘Pesadilla de la cocina’

Alberto Chicote en 'El jardín del pensador'. LASEXTA

LaSexta estrena mañana una nueva entrega de ‘Pesadilla en la cocina’, tras los buenos datos de audiencia que registró la semana pasada que reunió a más de 1,2 millones de espectadores (1.279.000) y el 8,6% de cuota, subiendo al 10,5% en Target Comercial.

Caos. Confusión. Desorganización. Estas son algunas de las palabras que mejor describen una jornada en ‘El jardín del pensador’, un restaurante situado a las afueras de la ciudad de Plasencia que hoy se encuentra decaído y que no remonta. No hay más que ver el enorme letrero que desde la carretera da la bienvenida a los clientes: al cartel le faltan letras, está completamente descolorido y no parece anunciar una cálida acogida.

Cuando se convirtió en su dueño hace 5 años, Félix, descubrió algo que no esperaba: el restaurante arrastraba deudas. Y en este tiempo, a pesar de sus esfuerzos, no ha conseguido levantar cabeza ni que lleguen los clientes. Como resultado, las deudas siguen creciendo y el ambiente en el restaurante está cada vez más enrarecido.

Poco le costará a Alberto Chicote descubrir que uno de los grandes problemas de ‘El jardín del pensador’ es el propio Félix, un dueño sin dotes de mando, al que nadie respeta ni hace caso y que no es capaz de organizar a su equipo ni dentro ni fuera de la cocina. Sus empleados creen que es un buen tipo, pero todos coinciden en que no tiene autoridad, no tiene carácter y no sabe mandar. Él, por su parte, lo tiene claro: se arrepiente de haberse puesto al mando del restaurante. Pero ahora, dada la situación en la que se encuentra, no quiere tirar la toalla porque quiere mantener a sus empleados y salir adelante.

Un restaurante donde de la cocina salen más gritos que platos

Cualquier parecido con un restaurante profesional es mera coincidencia”. Así de contundente se muestra Alberto Chicote después de observar los primeros detalles en ‘El jardín del pensador’. El restaurante mantiene las mismas cartas desde hace cinco años: una de comida rápida, con pizzas, hamburguesas y kebabs como platos estrella, y otra de cocina tradicional. Una oferta que, lejos de satisfacer la demanda de los clientes, se queda muy corta en cuanto a calidad y servicio. Como prueba, la opinión de la propia ayudante de cocina, que admite que la comida está “asquerosa”, principalmente los kebabs. La cocina está limpia, pero viene con trampa. Es la consecuencia de hasta 3 inspecciones de Sanidad, con petición de cese de actividad por culpa de la suciedad.

Pero si hay algo que caracteriza a ‘El jardín del pensador’ son los gritos constantes en la cocina y la tensión acumulada, que tiende a explotar en algún momento del día. Además, por culpa del desorden, la dejadez y la falta de organización, las comandas salen con mucho retraso, los platos se quedan fríos y algunos clientes se marchan sin comer. Ante semejante caos, el dueño, sobrepasado, es incapaz de mantener las riendas y opta por soltarlas, con las consecuencias que ello conlleva. Alberto Chicote tendrá que luchar contra viento y marea para intentar darle la vuelta a una situación límite que amenaza con llevarse por delante a ‘El jardín del pensador’ y a quienes han puesto en él todas sus esperanzas.