‘Comando Actualidad’ acompaña a Ciriaco, Susana, Miguel, Clara, Manuel, Alberto y otros españoles que, de manera anónima, están ayudando en la frontera de Ucrania. Reparten alimentos, medicinas, ropa y todo el material que llega de nuestro país. Ofrecen cobijo y atención psicológica a quienes huyen del drama del desplazamiento forzado por el ataque de Rusia.
Alertan de que entre la multitud también se esconden las mafias de tráfico de personas, a la caza de mujeres y niños. También aseguran que, en algunos casos, existe un concepto de solidaridad equivocado. “Hay quien se hace 3.000 kilómetros sin estar coordinado con alguna organización”.
Desde el inicio de la invasión rusa, 5,2 millones de personas han salido de Ucrania. Más de la mitad elige Polonia para huir. 80.000 ucranianos han buscado protección temporal en nuestro país desde que comenzó la guerra; la mayoría son mujeres y niños, según datos del Gobierno.
Sofía es adolescente y en Ucrania estudiaba dibujo. Su cuaderno de viaje es el mapa del horror. “He visto casas quemadas y un arma que dispara con puntos rojos”. Es una de las niñas que, junto a 50 madres con hijos, se aloja en un hotel en la frontera con Polonia. Con donaciones anónimas y la colaboración de un club de fútbol español han reconvertido ese hotel en un centro de refugiados. Realizan los trámites para escolarizar a los niños, consiguen permisos de residencia y trabajo o encuentran familias de acogida.
Desde hace algunas semanas Ciriaco Vicente y todo su equipo han dado de comer a más de 2.000 personas, sobre todo mujeres y niños. “Nos llaman los ángeles españoles de Katowice”. Cocinan en un local y reparten comida en la calle y en locales de la organización Cáritas o en lugares improvisados para refugiados en la ciudad polaca.
Susana es jurista. Junto a su marido y algunos voluntarios de Albacete, atiende a ucranianos que consiguen cruzar la frontera. Han viajado hasta allí en la caravana. Alberto es un payaso catalán que ha pedido días de vacaciones para colaborar en este hormiguero humano. También llega Miguel desde el País Vasco con algunos voluntarios de la ONG Sonrisas a Ucrania. En la frontera todo es necesario, pero, gracias a su solidaridad, también todo es gratis.